El término fixie (también, fixi o fixed) proviene de la expresión inglesa fixed gear, que podemos traducir por “marcha fija”. En esa frase, se concentran las dos principales características de estas bicis: sólo cuentan con un marcha que, además, es de tipo “piñón fijo”, es decir, el piñón gira de forma solidaria con la cadena y, por ende, con los pedales.
Por si no queda claro: en una bicicleta “normal” (nótense las comillas), si dejas de pedalear la bicleta sigue avanzando, sin más, mientras tú dejas los pedales quietos; incluso puedes pedalear “hacia atrás”, sin que eso afecte a la marcha de la bicicleta. Esto es así porque las bicicletas “normales” llevan “piñón libre” o “rueda libre”, un mecanismo que hace que la rueda trasera pueda girar sin que el movimiento se propague a la cadena. En una fixie, en cambio, el piñón fijo hace que todo movimiento de la rueda trasera se transmita a los pedales (y viceversa, incluyendo el pedaleo hacia atrás). Así, si vas cuesta abajo con una fixie, tus pies seguirán en movimiento no por la fuerza que hagas sino por el movimiento de la rueda.
Este sistema tiene sus ventajas y desventjas.
Entre las primeras, se logra una mayor ligereza y simplicidad, al carecer de sistema de cambio y de freno trasero (no lo necesitas, pues la rueda de atrás se frena con los pedales). Quienes las aman se enamoran de la sensación de unidad con la bici que se produce cuando tu cuerpo va acompasado con la velocidad. Menos componentes también significa menos cosas que pagar (al menos, en teoría), menos cosas que mantener y que se te puedan estropear y, en última instancia, menos cosas que te pueden robar si la aparcas en la calle.
Entre las desventajas: la seguridad, por aquello de tener que ir bloqueando la rueda trasera cada dos por tres y con la incomodidad de no poder dejar de dar pedales en ningún momento. Además, en una fixi sólo tienes una marcha, por lo que afrontar cuestas exigentes puede hacerse complicado.
Existe la idea de que, en realidad, la solución fixed es mucho menos elegante en términos técnicos y prácticos y que hay un importante componente de esnobismo en su auge actual.
Las fixies deben buena parte de su popularidad a los icónicos mensajeros ciclistas de Nueva York, sorteando el terrible tráfico de Manhattan con sus fixies de manillar estrecho y sin frenos (son muchos quienes, en pos de la máxima simplicidad, tampoco usan freno delantero en su fixie), manteniendo el equilibrio en los semáforos (un track stand).
El precio
Curiosamente, las bicicletas de piñón fijo no suelen ser especialmente baratas. Tienen un componente de “capricho” muy grande y quienes las usan suelen verlas como una inversión a largo plazo, así que no es raro que los modelos más habituales superen los 1.000 euros. Para evitar estos precios elevados, muchos optan por construirse sus propias fixies, partiendo de cuadros de bicis de carretera antiguas.
Opción
Existe una alternativa híbrida: los bujes de tipo flip-flop. Se trata de ruedas que incorporan dos piñones, uno a cada lado, uno fijo y el otro libre, para optar entre una fixie pura y una configuración single speed (monomarcha), pero con rueda libre. Para pasar de un modo a otro sólo tienes que quitar la rueda, darle la vuelta y volver a colocarla. No es algo que vayas a hacer en un semáforo, desde luego, pero te puede permitir pasar de un modo a otro en función de lo que vayas a hacer ese día con la bici o para alternar temporadas de uno u otro uso.
Todo es cuestión de probar…
Fuente: extractado de ciclando.com