Que la bicicleta eléctrica se está popularizando es una realidad, tanto para las nuevas necesidades de transporte como para la vertiente deportiva.
Motores y Baterías como protagonistas principales
Las baterías siguen creciendo en cuanto a capacidad y autonomía. Las nuevas gamas de bicicletas incluyen baterías integradas que alcanzan los 750 Kw, casi un veinte por ciento más que la generación anterior.
Estas especificaciones permiten alcanzar los 100 km de autonomía en función del uso de los modos de asistencia. Pero también suponen un tamaño y peso mayores, obligando a los fabricantes a cambiar diseños y geometrías para albergarlas y seguir manteniendo la estética.
Las primeras ebikes se basaron en las bicicletas de enduro, de robustos cuadros y potentes sistemas de suspensión, bicis ya sólidas y pesadas, ahora más todavía con las nuevas baterías. El esfuerzo de los fabricantes se centraba en no superar los 24-25 kilogramos, cifra a partir de la cual se empieza a condicionar la maniobravilidad.
De aquí que la industria se empiece a diversificar al detectar nichos de usuarios que buscan bicicletas más ligeras, las denominadas ‘Light eMTB”, que reducen ‘la musculosidad’ de las eléctricas tradicionales, reduciendo peso (con 17 a 20 kg) y capacidad de batería, acercándolas en lo posible en su comportamiento a las bicicletas tradicionales, con modificaciones para introducir la asistencia eléctrica.
Los motores siguen siendo los grandes protagonistas de la bicicleta eléctrica. El gigante Bosch está tirando fuerte con su tecnología en competencia con otro gigante en el mundo de la bicicleta, Shimano, seguidos por otros como Yamaha o Fazua o Brose. La evolución de los componentes electrónicos y sensores está ampliando la ‘inteligencia’ de los motores para adaptar la asistencia a la pedaleada del ciclista, reconociendo las diferentes situaciones de marcha, así como la optimización de la gestión de la batería. Entre los fabricantes se está intensificando la competencia en la evolución de sus productos, que ofrecen cada vez más prestaciones, no solo en términos de potencia y su entrega.
La electrónica
También se detecta cada vez mayor presencia de conectividad, con sistemas inteligentes que se integran con los teléfonos móviles y otros equipos para la gestión y uso de la bicicleta. Tanto Shimano, Bosch o Fazua cuentan con aplicaciones que permiten ajustar múltiples parámetros de funcionamiento desde el propio teléfono, incluyendo las actualizaciones periódicas del fabricante. Con incorporación de la tecnología Bluetooh, la bicicleta puede enviar la información en marcha a aparatos externos integrándose con todos los parámetros físicos del ciclista y del entorno. Las bicicletas ‘inteligentes’ podrán incluso identificar si el ciclista es su propietario e incorporar sistemas antirrobo.
La electrónica también está llegando a uno de los elementos más determinantes en el rendimiento de una bici: las suspensiones, que se vuelven inteligentes al ser dotadas con sensores para reconocer el estado del terreno, en subida, bajada u otras condiciones, y adaptar su funcionamiento de forma predictiva más que reactiva.
El recientemente lanzado Flight Attendant de Rock Shocks o el Live Valve de Fox suponen un antes y un después en esta área. Incorporados a bicicletas ‘tradicionales» por el momento, su integración con los sistemas inteligentes de las eléctricas de alta gama será cuestión de tiempo.
Sin duda en estos próximos años se producirá una gran evolución de la bicicleta eléctrica. El usuario decidirá hasta dónde quiera o pueda llegar económicamente para acceder a una mayor o menor complejidad.