Cuando algo nuevo irrumpe en el mercado, siempre hay voces a favor o en contra. Las contras nacen de querer encasillar dicho producto en lo conocido, sin pensar que se abren nuevas opciones y posibilidades. Revisamos ahora las objeciones más comunes que tiene la gente para con las bicicletas electro asistidas.
1. No hay que pedalear
Falso: una e-bike no te lleva, sino que te ayuda a pedalear cuando necesites un poco más de ‘punch’. Y luego están, claro, las demás diferencias ni gasolina, ni seguros, ni licencia.
2. Corren demasiado.
El pedaleo de una bicicleta eléctrica convencional alcanza, según marca la normativa, los 25 kilómetros por hora, momento en el que cesa la asistencia. Si todos circulásemos a esa velocidad las ciudades serían mejores y más habitables…
3. Con ellas no haces ejercicio
No sudas… si no quieres sudar. Basta con apretar un botón para suprimir la asistencia al pedaleo, convertir cualquier bicicleta eléctrica en una normal… y romper a sudar, si es lo que te gusta. Escuchamos mucho eso de que ir en bici eléctrica es “hacer trampas”. Pero, de nuevo, la movilidad sostenible no tiene nada que ver con la competición ni con ser mejores que nadie.
4. Son para vagos o gente mayor.
La bicicleta no es sólo un deporte sino, sobre todo, un medio de transporte. Y puede haber gente que quiera desplazarse pedaleando sin hacer demasiados esfuerzos. Algún día tú también serás viejo y quieras seguir disfrutando de pedalear.
5. Se pierde la magia de la bicicleta.
Falso. Moverte sobre una e-bike mantiene intactas la gran mayoría de sensaciones que emanan de una bici tradicional. Y al mismo tiempo, aporta otras nuevas. ¿Has oído hablar de la sonrisa eléctrica? Es la cara de felicidad que todo el mundo tiene al subirse en una de estas máquinas por primera vez. Me consta.
6. Son demasiado caras.
El mercado de las eléctricas evoluciona a velocidad estratosférica. Es posible encontrarlas por poco más de 1.000 dólares. ¿Te parece caro? Pregunta por una bicicleta tradicional de calidad y luego me cuentas.
7. Necesitas carnet para conducirlas.
No, no hace falta carnet alguno para subirse a una bicicleta eléctrica y disfrutar de sus bondades (a menos que alcance los 45km/h, las conocidas como speed e-bikes).
8. Contaminan.
Es cierto que una bicicleta tradicional siempre será más sostenible, dado que las eléctricas cuentan con una batería que, al concluir su vida útil, ha de ser reciclada. Pero eso no impide que sigan siendo infinitamente más ecológicas que cualquier otro vehículo motorizado; su huella de carbono es 16 veces menor que la de un coche tradicional y 6 veces inferior a la generada por una moto de baja cilindrada.
9. La autonomía es limitada.
Así es. Pero, con una autonomía de 50 ó 60 kilómetros, rango en el que se mueve prácticamente cualquier bicicleta eléctrica, tienes para recorrer la distancia de tu casa al trabajo unos cuantos días. Y si quieres más, fácil: basta con una batería más potente. Sólo por curiosidad… ¿cada cuánto cargas tu ordenador portátil o tu smartphone?
10. Requieren demasiado mantenimiento.
Una eléctrica no necesita de muchos más cuidados que una bici tradicional. Los motores, especialmente si son de una calidad óptima, están preparados para aguantar miles de kilómetros sin dar un solo problema. Los expertos indican que “únicamente hay que prestar atención a la batería, ya que si no se carga en un plazo largo de tiempo las celdas se pueden deteriorar. Basta con darle un carga completa cada mes aproximadamente y no hacer descargas profundas”.
11. Son una simple moda más.
Es una revolución equiparable al mountain bike, que ha venido para transformar el concepto del ciclismo. Los datos no mienten, en Alemania se venden seis e-bikes por cada 100.000 habitantes, cifra que en Holanda alcanza las 16 e-bikes por cada 100.000 habitantes.